Los juguetes didácticos o educativos juegan un papel clave en el desarrollo de los niños ya que son juguetes inteligentes. Los juegos didácticos contribuyen a un buen desarrollo intelectual, social y motor.
Hay 2 razones para eso:
- Los juguetes didácticos están diseñados para promover el desarrollo de los niños de cualquier edad.
- Los juguetes didácticos de calidad son tan inteligentes que los niños piensan que son divertidos. Así, juegan y aprenden, al mismo tiempo.
Aprender jugando
Está científicamente comprobado que el aprendizaje a través del juego es importante, jugar ayuda en el desarrollo de los pequeños. Los niños que juegan con juguetes educativos adecuados se desarrollan mejor. Jugar es la forma más natural de aprender. Es por eso que invertir en juguetes educativos es importante como padre, pero también como sociedad.
¡Los niños juegan! Y lo hacen porque lo disfrutan. Los juguetes didácticos responden a esa necesidad o urgencia y ofrecen un valor agregado: han sido diseñados con el objetivo de promover y desarrollar aún más las habilidades específicas de nuestros hijos.
Los juguetes educativos no son necesariamente bloques con letras del alfabeto o tarjetas de memoria. Los niños aprenden de diferentes maneras. Y la mejor manera de que aprendan es cuando no son conscientes de ello.
El juego de los padres
Para empezar, necesitas ponerte en el suelo, en las mismas condiciones que el niño y compartir este momento con él. Con demasiada frecuencia, los padres utilizan los juguetes como niñeras, para aprovechar y lavar los platos, revisar el móvil o cualquier otra tarea pendiente. Esperamos que los juguetes atraigan a nuestros hijo hasta el punto de hipnotizarlos. Nos encanta sorprender y asombrar a los niños cuando abren un regalo, pero si queremos que nuestras compras de juguetes se conviertan en inversiones educativas, debemos involucrarnos y seguir participando. ¡Tenemos que jugar con ellos! Es tan simple como eso.
Como padres no debemos engañarnos pensando que el aprendizaje sucederá espontáneamente si solo de deja al niño con el juguete. El papel de los adultos en el ambiente de juego es imprescindible. No se puede dejar a nuestros hijos en una habitación con un juguete educativo y esperar que surja un genio.
4 ejemplos de juegos educativos con los que podréis jugar padres e hijos
El juego de la Granja Formas Goula consiste en una caja de madera en forma de Granja. En el tejado encontramos formas geométricas donde el niño tiene que encajar las piezas en los respectivos agujeros tanto por forma como por color.
En la franja de los 6 y los 18 meses el niño observa constantemente su alrededor para luego imitar lo que ha percibido. Nuestra participación en este tipo juego es enseñarle que debe hacer, dejarle hacer y mostrar entusiasmo cuando lo logre.
¡Escribir también puede ser un juego! Si nuestro hijo está en la etapa de aprendizaje de sus primeras letras, es interesante potenciar con el juego esta habilidad. El juego de Yo aprendo a escribir se compone de un pupitre con luz propia y láminas para completar. El niño aprenderá resiguiendo los dibujos y las letras.
Es un juego ideal para los niños de entre 3 y 6 años, ya que corresponde con la etapa en la que en la escuela están aprendiendo a escribir.
Realizar un puzle es una estupenda manera de pasar una tarde entretenida. Pero es importante adaptar la dificultad del rompecabezas a la edad del niño. Puzzle Países de Europa, concretamente, cuenta con 125 piezas y cada una de ellas es un país diferente. Cada país viene representado con dibujos de cosas típicas. Una buena manera de aprender el mapa de Europa y las diferentes culturas y tradiciones que caracterizan cada país.
La franja ideal para este juego es entre 6 y 9 años, ya que su capacidad espacial y razonamiento lógico están ya desarrollados. Los puzles son unos juegos estupendos para desarrollar habilidades como las estrategias de resolución, la concentración y la memoria.
Es un juego educativo para aprender inglés con 18 plantillas y más de 500 preguntas que ayuda a los niños a practicar el nuevo idioma de manera sencilla y lúdica. Además, facilita la participación de los padres en este aprendizaje.
Entre los 6 y los 9 años es una buena edad para que nuestros hijos empiecen a aprender inglés. En la escuela se inician en esta nueva lengua y en casa lo podemos reforzar jugando.
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